Los fondos de inversión revolucionan la industria pesquera gallega

Son negocios en expansión con generación constante de caja, de ahí que sean atractivos para este tipo de sociedades.

La comercialización de productos del mar está al alza en Europa (por la recuperación del consumo tras la crisis), Estados Unidos (con nuevos formatos) y Asia (por una creciente clase media en China). En Galicia es una industria muy atomizada pese a que las Rías Baixas concentran la mayor capacidad productiva de la eurozona. Aún así, solo Nueva Pescanova figuraba entre las top 100 del mundo, un ránking al que ha entrado Ibérica de Congelados (Iberconsa) tras la compra por esta última de la argentina pesquera Santa Cruz. Ninguna de ellas está en manos de industriales de la pesca; la primera es propiedad de la banca acreedora, que ya ha iniciado contactos para desinvertir, y la segunda está en manos (en un 55%) del fondo Portobello Capital.

El carácter familiar de las empresas ha sido determinante para la irrupción de los fondos y capital extranjero en las empresas. Casi siempre de tercera o cuarta generación, las compañías que han ido pasando a manos foráneas no tenían el arraigo en el accionariado que poseían a su fundación. Fue el caso de Hijos de Carlos Albo, por ejemplo, vendida por completo a una sociedad pública de Shanghái, Shanghai Kaichuang Marine International. Hubo que poner de acuerdo a más de medio centenar de herederos del primer Albo, el fundador del grupo, para la operación con los chinos. También de Discefa, especializada en pulpo, fue comprada por el fondo GED.

“El pescado está donde está, si quieres consumir pescado de agua fría en lugares cálidos tienes que moverlo, y viceversa. Además está [por la industria] fragmentada, hay compañías muy grandes y miles de medianas y pequeñas. A medida que la industria se vuelve más globalizada y competitiva va a tener que haber más consolidaciones porque requiere capital, calidad, eficiencia, management€ Enviar productos perecederos como los pesqueros y de alto valor, con el añadido de que son para alimentación, tiene muchas barreras. Eso requiere de un cierto nivel de sofisticación”, explicó a FARO Ignacio Kleiman, socio director de Antarctica Advisors, referente en transacciones en este sector.

“Antes era un negocio eminentemente local y el capital se necesitaba para el procesado, para tener su planta en Vigo donde transformar el pescado de la zona o el que llega a su país. Ahora no es así. Le puedo asegurar que el pulpo español entre comillas que consume en el bar llega de Perú, y la anchoa también supuestamente española que come alguien en Madrid viene de Marruecos”, agregó Kleiman.

Lara Graña | La Industria Pesquera